Suben y bajan o la tercera imagen
Cuando abro un libro, siempre le pido que su historia me conmueva. Es un ruego casi agónico, infantil y hasta caprichoso. El corazón me palpita con fuerza, me muerdo el labio y espero con inquietud el tsunami o, al menos, el tambaleo por humilde que sea. Las novelas y los cuentos cuentan con muchos recursos para lograrlo pues las páginas son largas rutas al servicio de descripciones y narraciones. Pero en el álbum, la cosa es diferente. Hay una gran economía del lenguaje, cada palabra es puesta con precisión matemática y el peso cae en la imagen. Uri Schulevitz dijo en una de sus conferencias «La ilustración más importante de un picture book es aquella que es invisible”. Como ejemplo enseñaba un lápiz en cada mano y preguntaba: “¿Qué ven?”, a lo que todos respondían “dos lápices”. Entonces, revelaba el secreto de la pregunta trampa: «lo que ven son dos lápices y el espacio entre los dos lápices. (…) Hacemos una taza de arcilla, pero ¿qué es lo que hace a la taza útil?, lo que la hace útil es el espacio vacío de la taza». En otras palabras, dos ilustraciones (o doble página de un álbum) crean una tercera imagen en la mente del lector. Es aquí donde radica la interpretación y el sentido que le otorga. Lo que ocurra en ese espacio invisible determinará el poder de ese relato en la persona que lee. Se batirán a duelo recuerdos, carencias, expectativas, talentos y defectos; y entonces, sin razón aparente, el libro logrará su cometido: conmover…o no.
A mi parecer, cuando el libro que emociona pertenece a la primera infancia el mérito es doble, pues las exigencias del álbum en edades tempranas son menos flexibles: con poco hay que contar mucho y ese mucho debe sugerir lo suficiente para decantar las lecturas —de libros, del mundo— que se deparen en el futuro.
Suben y bajan logra ese sutil temblor que hace vibrar al unísono al pensamiento, la piel y el corazón. La clave de su lectura no está en lo que dice, sino en las distintas asociaciones que sugiere a través del vínculo de dos conceptos aparentemente contrarios: subir y bajar. La síntesis visual de formas y colores planos recuerdan, sin duda, a la obra de Paul y Ann Rand.