12 de junio de 2018
La aventura de cazar un oso
Querido Bruno:
Tenías tres años y medio cuando cazaste tu primer oso. Era grande, peludo, feo y espantoso. Estaba muy bien descrito por Michael Rosen e ilustrado por Helen Oxenbury. Vamos a cazar un oso se trató, sin duda, de un libro muy significativo y querido. Tanto para ti, que lo recuerdas como a un viejo amigo, como para nosotros, que empezamos a observar como la lectura se cruzaba con tu vida. Presta atención, porque esta historia te gustará…
Llegábamos tarde al cole. Tarde es poco: tardísimo. Pero tú tenías tu propio ritmo. Por ese entonces, te gustaba tocar todas (todas) las luces de los coches aparcados y, cualquier apuro, podía convertirse en rabieta. Era difícil… intentaba no parecer impaciente o preocupada, pero era imposible. De pronto, te metiste en un pequeño hoyo de tierra seca. Me miraste y, con una sonrisa plena, me dijiste “barro, barro espeso y pegajoso”. Me olvidé del tiempo. Habías recitado una frase del libro. Mejor aún: la estabas viviendo. Había una conexión entre la literatura y tu vida.
Aún no salía del asombro cuando echaste a correr hacia el semáforo. Sus luces eran para ti el mejor de los caleidoscopios. Si te hubiera dejado, las hubieras observado durante horas: entre esas luces y tú había algo personal. Estaba segura de que sería muy difícil hacerte avanzar. Entonces tomé aire y comencé:
Yo: — ¡Un semáforo! ¡Un semáforo alto y verde! Por encima no podemos…
Tú: —Pasar.
Yo: —Por abajo no podemos…
Tú: —Pasar.
Yo: —¡ni modo…!
Tú: —Tendemos que atavesar .
Funcionó. Durante el camino jugamos a “atravesar” bastantes cosas y todas fueron pasadas con éxito. Comprendías el verbo principal de la historia y cada secuencia de la misma, pero lo más importante fue que desde aquel momento se transformó en un recurso para dar sentido a tu experiencia. Dice L. Rosemblatt: “la literatura proporciona un vivir a través, no un simplemente conocer sobre” y en esos caminos abre todas las posibilidades para cazar los propios significados.
Abrazo de oso
Mamá
PD: La lectura de Vamos a cazar un oso nos proporcionó muchos más aprendizajes a los dos. La experiencia está recogida en «Entre osos y dragones». Muchas gracias a Lawrence Schimel, querido escritor, por su labor de traducción.
Michael Rosen y Helen Oxenbury
Ediciones Ekaré