Retomar el vuelo
«Incluso cuando nos arrebatan lo que más queremos, cuando nos dejan vacíos, cuando se desdibuja por completo el horizonte, incluso entonces, queda la vida».
Planeamos demasiado cerca de la tierra, luchamos contra la gravedad en un esfuerzo contra natura. Intentamos alcanzar el aire que está cerca de las nubes. Alzamos las manos, alzamos los sueños. Y seguimos así, aunque nos merezcamos la extinción.
Es difícil escribir una novela sobre los matices; centrar la trama en el espacio invisible en el que dos opuestos se ven obligados a convivir. Sin embargo, la historia de Ana Sarrías planea en esa zona gris, formada en sus extremos por la vida y la muerte. En esa frontera difusa en la que anidan las contradicciones que atravesamos cuando la realidad da su mejor golpe, y nos quedamos tumbados en el ring, en el silencio de la nada.
La autora juega sus cartas en el inicio: hay una tragedia y, en medio de ella, sobrevive la voz de Hugo, un adolescente de 13 años a quien le queda todo por construir y reconstruir. Y aquí es cuando comienza la novela. Las páginas hilan un pasado cálido y desordenado, un presente mejor colocado pero aséptico y las pequeñas anécdotas cotidianas que tiran de los días. Hay grandes amigos, recuerdos punzantes, risas bobas, un jardín que duele, un violín que acoge e historias que no pueden evitar nacer.
Entonces el relato de Hugo comienza a ser un poco nuestro. Cuando agotados y caídos, los músculos manifiestan la necesidad de levantarse, porque la luz de la mañana se filtra por el cristal y se oye un pájaro o tal vez dos. Un impulso instintivo que responde a las instrucciones de la sangre, al cansancio de llevarse puesto con el cuerpo entumecido.
Retomar el vuelo es una novela corta de lectura ágil, que nos sitúa en un proceso de supervivencia en el que el impulso vital se abre paso sin contar con la razón. Como un rayo que surge desde el centro de la tierra para desafiar la ley de la gravedad, y nos hace, una y otra vez, mirar el cielo.
Ana Sarrías
novela corta
Lóguez