Proyectos que escuchan

Proyectos que escuchan

Durante la pandemia surgieron una gran variedad de iniciativas socioculturales. Muchas se centraron en ofrecer, pero otras ampliaron los espacios para que otras historias, palabras o testimonios, tuvieran su lugar.

Escribía Clifford Geertz: «Se organizan simposios, se imparten cursos, se dan conferencias para tratar de darle forma al asunto. Pero es muy difícil darle sentido a un grito en la calle». Aunque el artículo de Geertz nada tenía que ver con la pandemia, sus palabras me parecen justas para este contexto. Presuponemos, quizás, demasiadas necesidades, ideas y sentires. Ponemos un discurso encima de otro, como los siete colchones de la princesa. Por eso me gustaría hablar de tres proyectos que, incómodos con los siete colchones, se centraron en el guisante. En testimonios o historias arrastrados por la marea informativa, que ayudan a construir nuevas tramas de significados.

El primero es «Me pregunto: autoentrevistas desde el confinamiento», una iniciativa desarrollada por el equipo de filosofía visual Wonder Ponder. En él, se invitaba a personas de 5 hasta 18 años a preguntarse y reflexionar sobre la crisis del coronavirus a través de audios, videos, escritos o ilustraciones. Una propuesta que les permitía oírse, clarificar ideas y, lo más importante, reclamar el lugar de sus palabras en el mundo. Hasta el momento hay más de 70 testimonios entre Europa y Latinoamérica. «Vamos por ahí pensando que todo va a salir bien, que nuestras vidas saldrán bien, que nada especial pasará, pero no pensamos en la alternativa. No pensamos en qué pasaría si comienza la 3ª Guerra Mundial, si alguien muy esencial en nuestra vida muere… si una nueva enfermedad mata a bichos humanos y nos hace quedarnos en casa durante meses. A veces algo pequeño puede provocar el giro más brusco en tu vida, no podemos saber qué pasará, así que no demos nada por hecho. La vida no está asegurada», dice Ainhoa, de 15 años. Natalia, de 12, compartía: «Mi padre estuvo una semana enfermo, y a la semana le ingresaron en el hospital y al día siguiente nos dijeron que era covid positivo […] e ingresó en UCI. Lo tuvieron entubado, porque no podía respirar por si mismo y a punto de morir. Mi abuelo, a los pocos días de estar mi padre en la UCI, porque mi padre estuvo 5 días, también ingresó. Pero lo ingresaron en el Provincial y ahí no hay UCI entonces acabó muriendo, ahí, murió solo. No pasa nada, ya está, pero es triste».

El proyecto estará vigente hasta que dejen de llegar entrevistas porque, como explica Ellen, una de las autoras: «llegan de diferentes países y no todos han empezado la desescalada».

El segundo es «Cuentos para acompañarnos», organizado por la asociación Mano de narración oral. En él más de 30 profesionales de toda España, cada semana llaman a personas en situación de vulnerabilidad para contarles cuentos, recitarles poesías o hablar, sencillamente, de las historias de su propia vida. Cada relato es el inicio de una conversación donde se dan y reciben palabras por igual. «Me sé todo el romancero de memoria, porque tenía 12 años cuando mataron a Lorca», responde una anciana de más de 90 años, después de recitar al unísono con la narradora «Prendimiento de Antoñito el Camborio». «A mí me encantaba comer pomelos. Ahora ya no como porque no puedo pelarlos. Pero cuando podía y los partía, al ver el color de la fruta me recitaba a mí misma: A la mitad del camino / cortó limones redondos,/ y los fue tirando al agua /hasta que la puso de oro». Otro señor de muy avanzada edad, le propuso matrimonio a otra profesional porque «esto qué sentido tiene si tú estás en Madrid y yo en Barcelona». También se dio el caso de que, después de que un narrador relatara un cuento sobre el principio del mundo, la mujer respondiera todos los días leyéndole la Biblia como venganza.

El proyecto, coordinado desde Mano por Elia Tralalá y Mar del Rey, se realizó a través de organizaciones que trabajaban con colectivos vulnerables. Puedes leer más sobre esta experiencia en el blog de Mano.

Por último, me gustaría mencionar un proyecto gráfico que nace, al igual que la escucha, de otra de las necesidades humanas: el deseo. Pertenece al fotógrafo venezolano Diego Vallenilla, quién recorre las calles de su país con su cámara y una pregunta para las personas confinadas «¿Qué quisieras?», las respuestas se han publicado a través de las redes sociales de la página Play Ground.

Y con esta pregunta cierro la nota. Porque a cada palabra, le corresponde su turno de silencio, y podemos llenarlo de lo que tú quieras. Será significativo.

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