¡Vaya tela! Tres libros que hilan realidades

¡Vaya tela! Tres libros que hilan realidades

Entre puntada y puntada, se asoman «La bandera de Amalia», «Irene la Valiente» y «La obra maestra de Sofía».

Los cuentos populares siempre tuvieron en su repertorio sastres, hiladoras o modistas. Basta recordar que un rey fue puesto en evidencia, una campesina prometió transformar la paja en oro y una princesa maldita se pinchó con una rueca. La mitología griega también se las ingenió para incluir un buen costurero dentro de sus historias: Cloto, preparaba el hilo de la vida, Láquesis la medía con cuidado y Átropos, la cortaba, en el momento justo, con sus tijeras. Desde entonces, en la literatura no se da puntada sin hilo. Un conocido ejemplo es el de Mary Shelley, quien trajo al mundo un hombre hecho de retazos. Víctor Frankenstein, su protagonista, había cosido cada parte de aquel cuerpo para descubrir —o transgredir— el secreto de la vida o de la muerte.

Los hilos siempre han estado, incluso, en los relatos sociales. Existen importantes hallazgos que demuestran cómo el «juego del hilo» estaba presente en los mitos de las culturas más antiguas. También, se sabe que durante la Edad Media la labor del hilado era tan tediosa y larga, que no se podía hacer otra cosa que contar cuentos. Y en eso seguimos. Todo indica que por el ojo de la aguja literaria pasan los relatos, las voces y nuestra historia. Y en esa labor, nos regalan palabras como texto o trama, mientras unen más allá de lo que narran.

Hoy traigo tres historias contemporáneas que continúan con la tradición de hilar aquello que sucede o nos sucede, porque la tela de la significación, entre el relato y la vida, siempre es amplia y profunda.

La bandera de Amalia
Nono Granero – Ina Hristova
Ediciones Ekaré

Un pueblo, una fiesta y un gran encargo. Un alcalde que habla y una costurera que escucha. Así empieza esta conmovedora historia de Nono Granero, que combina retazos de la memoria colectiva: una abuela que cuida a la distancia, el sabor de los relatos orales y el trabajo artesano. Una labor que deja la huella en los demás y da su puntada en la reconciliación social, aunque el camino para conseguirlo no sea el esperado. Expectativas, riesgo, esperanza; lo inevitable de ser seres sociales. Al leerlo, desfilaron por mi mente todas las costureras que con sus telas y máquinas hicieron mascarillas solidarias, día y noche, durante la pandemia. ¿Tiene que ver con esto el libro el argumento del libro? No, claro que no, pero algo me dice que Amalia estaría entre ellas o les hace un secreto homenaje.

Irene la valiente
William Steig
Blackie Books

Al ver que su madre cae enferma, la hija de una modista decide llevar el encargo a Palacio. Esa noche sería la gran fiesta y la duquesa necesitaría su vestido. Afuera, la tempestad es cada vez más intensa. Tras cerrar la puerta, el viento le advierte, le ruge, que no siga. Es un adversario agresivo y malvado. Irene decide avanzar con una caja que la supera en tamaño; dentro lleva el esfuerzo y la esencia de su madre. Eso es lo que hay que proteger, que cuidar, que llevar ante la mirada del otro. La fuerza del invierno impone sus pruebas. La niña acepta el desafío, aún al saber que es su propia supervivencia la que está en juego. Y en este trayecto transcurre este libro de William Steig, en que encontramos un patrón común con el llamado camino del héroe. Un trayecto inevitable de obstáculos que, más tarde o más temprano, en una u otra medida, recorremos: a veces como el viento y otras, como humanos.

La obra maestra de Sofía
Eileen Spinelli – Jane Dyer
Serres

Nadie dudaba que a esta joven araña le esperaba un gran futuro como artista. Sus telas tenían un diseño único y demostraban una habilidad extraordinaria. Por eso, cuando se mudó a una vieja pensión Beekman, pensó en ayudar a sus habitantes con su arte. Pero el ser humano no está preparado para recibir la ayuda de una araña por más especial que sea. En el piso más alto una joven embarazada la descubrió en su cesto de lanas. Pero lejos de maltratarla, le sonrió y la apartó cuidadosamente. Sofía, ya casi anciana, observó que la futura madre apenas tenía lana para una prenda. Entonces decidió emplear sus últimas fuerzas en tejer una manta suave con hilo de luna, retazos de nanas, reflejos de la noche… Y justo, cuando oyó el primer llanto, dio su última puntada, en la que incluía su propio corazón. Esta bella historia está basada en un hecho real: en su época juvenil, Eileen Spinelli vivió durante un tiempo en una pensión. Allí conoció a una joven madre con pocos recursos, que debía usar una manta vieja y áspera para tapar a su bebé. La autora jamás olvidó aquello y escribió esta historia como una forma de darle al pequeño la manta que siempre mereció tener.

La puntada final

Enredar está en nuestra naturaleza. Se escriben nudos en las páginas y en los días.
Tal vez, sea porque el mundo es un inmenso ovillo. Madejas que cruzan una hormiga con la preocupación de llegar a fin de mes, el cuento de la vecina con el eco de la portada de un periódico, el rito al sol con la ceniza de la chimenea. Mientras alguien, en algún lugar, las convierte en ficción con su rueca. Os animo seguir tirando del hilo para leerlas.

*Este post está dedicado a Sonia Barragán, mi vecina costurera,  y a todas las personas de Proyecto Solidario, por hilar la solidaridad en esta pandemia.

©2016 Copyright - cuandotepresentoelmundo.com | Diseño y Desarrollo SeventySix. Your Brand in Action