Mar Benegas: «Mi biblioteca es una sinfonía perfecta»
Con Mar y poesía, empezamos este nuevo espacio titulado: «¿Qué leen los que leen?» en el que compartimos lecturas, libros y recuerdos con una bella autora contemporánea.
Buenos días, Mar. Cuando hablas de tu biografía lectora, siempre cuentas que recuerdas tus primeras lecturas fueron cantos. ¿Qué canciones, nanas o retahílas te acompañan hasta el día de hoy?
Bueno, más que mis primeras lecturas en lo que insisto mucho es en que la primera literatura tiene un soporte corpóreo. Los primeros libros se escriben en la voz y el cuerpo: de las personas que los transmiten y los bebés que lo reciben. Pero sí, todos tenemos un hilo de música primera que nos une, invisible, a los que vinieron antes. En mi memoria poética, al nacer mi hijo, emergieron las retahílas corporales que había en mi familia, además de algunas que aprendí de niña más mayor, a través de maestras, como «Había una vez un barquito chiquitito». Pero le canté a mi hijo «los lobitos», «el trote», «misinetes», «juegos de dedos»… Algunas las inventaba, muchas, siempre fui de inventar canciones, algunas terribles, pobre de él, otras no tanto. Esas que perduran, tengo la gran suerte de haber podido revisitarlas y verlas convertidas en libros, en la colección La Cereza, con su canción y todo (respetando el ritmo con el que nacieron). Como Arañitas de la risa que es un juego de cosquillas que todavía funciona, y Yago ya cumplió los 17 años o Cari-Caricias que era un juego de caricias en el rostro que usaba para relajarlo. Cuando era un bebé lo llamaba «manzanita», y así comienza la canción que guarda el libro: «Manzanitas, manzanitas,/ caricias con mis manitas… »
Un pajarito nos ha contado que hubo un antes y un después de dos lecturas: Las minas del Rey Salomón y…¡el diccionario! ¿Puedes contarnos por qué?
Ja, ja. La gaceta literaria corre como la espuma. Sí, sí, así fue. Las Minas… fue el primer libro «de mayores» que leí, debía tener 12 años cuando me lo regalaron y estaba un poco cansada de Los Cinco (que me aburrían sobremanera). Fue, para mí, el hallazgo de lo que significa la ficción, porque viví aquel libro como una verdadera aventura en África y vislumbré las miserias y la alegría, entre sus páginas, del alma humana.
Lo del diccionario también quedó, literariamente, en un libro «La caja de las palabras». El diccionario, junto al misterio de la poesía, creo que fue, en parte, la semilla de mi interés por el lenguaje, el juego y lo poético. En 6º o 7º de EGB (no recuerdo exactamente) mi maestra de lengua, Doña Carmen, que no le caía bien a nadie de clase más que a mí, nos obligó a comprar y usar un diccionario. Para mí fue un hallazgo maravilloso: pasaba horas leyendo definiciones, una me llevaba a otra, y me dejaba los ojos en aquellas letras diminutas como pulgas que todo lo sabían, creo que allí se fraguó mi miopía. Y me parece que el diccionario es, sin duda, uno de los inventos más fascinantes de la humanidad, una de las joyas de nuestra biblioteca familiar es el María Moliner. En fin, el diccionario es ese universo que encierra todas las palabras y en el que se puede navegar de una a otra. Dinamitando, como decía el filósofo, los límites del pensamiento y del mundo a cada nuevo descubrimiento.
Has elegido el camino de la poesía. ¿Qué autores o poemas te animaron a andar sobre él?
El camino de la poesía no lo elegí yo. Hay cosas que en la vida que no se eligen: suceden, como sucede el propio devenir del tiempo. Y así fue en mi caso. Escribo desde que tengo recuerdos de ello, mi hermana me dio, hace un par de años, un papel que guardaba en su casa, escrito de mi puño y letra, era del año 1984, yo tenía, pues, 9 años. Cuando lo leí en voz alta me di cuenta de que era un poema: tenía rima. Pero, además, al separar los versos (estaba escrito a reglón corrido, porque por aquel entonces yo no sabía lo que era una rima ni mucho menos un poema), me di cuenta de que estaba escrito en endecasílabos. Creo que esto explica rara relación, simbiótica, diría yo, con lo poético, porque te puedo asegurar que hasta la adolescencia no leí poesía ni me acerqué a ella. Pero siempre escribí.
La lectura llegó después.
¿Cuál es el primer libro de poesías significativo que recuerdas? ¿A qué libros te condujo?
El primer libro de poemas que recuerdo haber leído (y llorado con él) fueron las Rimas de Bécquer, que en el momento de desamor absoluto que atravesaba me salvaron la vida. Ahora Bécquer no me gusta mucho, pero aquel libro fue una tabla de salvación para mí.
También me animó a escribir, pues reescribí las rimas con mi experiencia de desamor, una a una, y aquello alivió mi dolor.
Si la poesía es una forma de ver el mundo: ¿qué la caracteriza?
Uy, esto no te lo puedo explicar aquí, necesitaría un libro entero, es una pregunta trampa. Te diría, resumiendo, que la poesía es símbolo y que es transformadora. Que no es una herramienta ni un accesorio, que forma parte de la vida, se da de manera natural en la infancia (desde la llegada al mundo hasta los 8 años la vida y la poesía son la misma cosa). Bebe de la pre-memoria y por eso nos sacude el cuerpo y el alma. Que necesitamos el espacio de subversión y libertad que abre, pero también el lazo empático que traza entre dos almas que se encuentran (la que escribe y la que lee). Que la poesía es necesaria para entender el mundo y que es un lenguaje que puede ser gasa, nido y refugio.
Vamos a imaginarnos que entramos en tu biblioteca. ¿Puedes contarnos cómo la organizas? ¿Tienes algún rincón para libros especiales?
Sí, todo son rincones de libros especiales. Mi marido y mi hijo me dicen que NO ESTÁ ORGANIZADA, y que es un caos, y que si necesitan un libro y no estoy no lo encuentran. Lo cual a mí me sorprende, porque yo la veo como una sinfonía perfecta: cada nota en su lugar, cada libro en su balda. Tengo separados los estantes por: libros de teoría, poesía infantil y juvenil (y cada estante con su orden, por autores, edades, etc.) recopilaciones, álbumes y libros para prelectores, narrativa, libros especiales: sociales, filosóficos, poéticos en formato libro ilustrado… eso en mi despacho, luego en el salón está mi estantería de lecturas «adultas»: poesía, narrativa… y así.
Todos tenemos un cuento, una historia que nos acompaña toda la vida. Uno que se repite en diferentes formas. ¿Cuál es el tuyo?
Creo que al cuento que más vueltas le he dado es a Caperucita. Lo llevo analizando desde que era joven, incluso hice mi versión (en la adolescencia) donde el lobo era el capitalismo. Y con él sigo: lo llevo, analizo y cuento en todos mis cursos sobre ficción y narrativa.
Tienes una compilación maravillosa, titulada 44 poemas para leer con niños. ¿Cómo fue el proceso de selección? (Además de difícil)
Laaaargo. Y de mucho tiempo, creo que ahora no podría asumir esa tarea a no ser que fuera a larguísimo plazo. La idea general se basa en uno de mis dogmas de fe: si no te gusta la poesía es porque no has encontrado tu poema. Y de esa semilla nació la idea del libro, que entre los 44 poemas al menos uno fuese ese, el tuyo, que tocase la fibra sensible del hilo que trenza tu alma.
Si nos convirtiéramos en detectives, ¿qué huellas de autores encontraríamos en tus libros?
Me gustan muchos autores, creo que todos dejan huella, ¿no? Lo ideal es que la huella no quede a la vista, sino como equipaje emocional y lector, como bagaje y acompañamiento. Huir de que sea evidente, incluso en la propia escritura la huella propia. Es algo que me obsesiona bastante y sé que es imposible, pero al menos me reto continuamente. Escribir siempre igual me agota y me aburre, creo que por eso escribo de todo y para todas las edades, me gusta pensar que tengo varios registros, explorarlos y dejarlos salir, o me aburro muchísimo. Y quiero pensar también que en cada registro están las notas de las lecturas que me han alimentado, que son muchas. Desde los ensayos más elaborados o intelectuales a las canciones populares que guardan la voz y el alma del pueblo: ojalá todas las que van de un extremo al otro las huellas que quedan como poso en lo que escrito.
Por último, ¿qué libros nos recomiendas para leer esta noche?
Vaya, trampa con trampa se paga. Porque… ¿cuántos libros te vas a leer en una noche? Os recomiendo el que estoy leyendo ahora (que no es de LIJ): Escritos 1 de Lacan, que me ha regalado una amiga querida y al que tenía muchas ganas. Así, si os lo leéis, podemos charlar después sobre la lectura.
Gracias, Carolina, por dejarme hueco, por esta completa y preciosa entrevista y por tu precioso espacio que tantísimo recomiendo.
¡Muchas gracias a ti, Mar!