El teléfono del viento

El teléfono del viento

La editorial A fin de Cuentos rescata una conmovedora historia real sobre la pérdida, el consuelo y la esperanza. ¿Su título? «La cabina de teléfono del señor Hirota».

En el año 2010 un hombre llamado Itaru Sasaki construyó una cabina de teléfono en su jardín. Era blanca y dentro tenía un teléfono desconectado, sin cable alguno. La usaba para hablar con su primo, que había fallecido tiempo atrás. Creía que el viento llevaría sus palabras hasta él. Un año después, cuando el tsunami azotó la costa de Otsuchi, miles de personas se acercaron al jardín del señor Sasaki para usar el «teléfono del viento», tal como empezó a ser conocido entre los habitantes de aquel lugar, con la esperanza de ser escuchados por sus seres queridos allá donde estuvieran o mitigar un poco el vacío de su ausencia.

El viento, consciente de su carácter mensajero, hizo llegar esta historia a los oídos de Header Smith, que se decidió a escribirla y transformarla en el álbum La cabina de teléfono del señor Hirota, publicada en España por la editorial A fin de cuentos. «Me conmovió la belleza que se esconde en el hecho de que un simple objeto —un teléfono desconectado— pudiera ayudar a una comunidad afligida a superar su dolor. Fue ese sentimiento de esperanza y entereza lo que  la inspiró a adaptar la historia para un público joven».

La escritura del álbum es limpia, comedida. Las palabras se limitan a prestar materialidad a una historia que se basta a sí misma para calar en lo más profundo y conectar con nuestro lado más sublime y vulnerable. La tarea de la escritora, en este caso, ha sido retirarse en favor de acercarnos una experiencia con voz propia, lo cual se agradece.

Confieso que la ilustración no me ha parecido tan original como el texto. Tal vez, porque en su conjunto la encuentro demasiado oscura. Y aunque en varias páginas predomina un notable contraste con figuras o espacios claros que podrían interpretarse como la convivencia entre la tragedia y el consuelo, en mi opinión no termina de reflejar la fuerza del géiser luminoso de la historia. La dicotomía tan pronunciada entre los tonos claros y oscuros eliminan los complejos matices de la historia. No obstante, Rachel Wada acertó de lleno al inspirarse en técnicas y expresiones artísticas japonesas, pues su estilo nos sumerge en el ambiente oriental de manera natural y sin esfuerzo.

La cabina de teléfono del señor Hirota merece un lugar en la biblioteca. No porque nos recuerde nuestra capacidad de resiliencia u otros conceptos tan de moda. Sería un argumento demasiado literal o fácil, aunque algo de eso seguro que hay. Propongo un rincón en el polvoroso mundo de los estantes, porque la resolución del conflicto está en la posibilidad de la palabra liberada. A través del lenguaje, nuestra capacidad de simbolización se despliega para adormilar cualquier explicación razonable y poner el acento en unos cuántos fonemas donde anidan, indistinguibles, la realidad, el instinto de supervivencia y el deseo de lo imposible. Quienes acuden a la cabina del señor Hirota realizan el mismo pacto ficcional que los demás sellamos involuntariamente cuando leemos. Creer que estamos sin estar, que tocamos sin rozar y que seguimos juntos, a pesar de la soledad. Una ilusión con el peso de la certeza, en el que elaboramos las más diversas narraciones que nos ayudan, en lo individual y en lo colectivo, a dar sentido al cielo estrellado o al silencio cuando el último sonido de la voz se disuelve en los átomos del universo.

Header Smith y Rachel Wada
álbum ilustrado
A fin de cuentos

Premios y reconocimientos

  • Elisabeth Mrazik-Cleaver Picture Book Award.
  • Freedman Award.
  • The White Ravens 2020

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