La puerta está abierta
Libros y lecturas que activan una mirada fantástica o peculiar sobre la cotidianidad. Creer o no creer, atravesar o no la puerta del zaguán, ya es otra cuestión.
Uno de los actos delictivos más satisfactorios de mi infancia fue robarle un cómic a mi primo. Bueno, no lo robé exactamente, pero lo leí a escondidas, porque era para mayores. De aquella caza furtiva, recuerdo una de las historietas. Narraba cómo los protagonistas, en plena ciudad, veían con asombro una estampida de animales que cruzaba las calles. Claro que por ver esto se habían perdido la bandada de pterodáctilos que pasaba justo sobre sus cabezas. La última viñeta finalizaba con la explicación del extraño fenómeno: los animales habían escapado de un circo recién llegado. Pero también con un comentario que aludía a cómo nos dejábamos deslumbrar por cualquier suceso inesperado, cuando la verdadera magia estaba en el aire.
La mirada, esa que usamos para andar o posicionarnos ante la vida, no es otra cosa que una selección de eventos y elementos a los que damos sentido. ¿Por qué vemos los animales del circo y no los pterodáctilos? ¿Qué cambiaría si en lugar de los pájaros viéramos la gárgola? ¿Nada, todo? ¿Se rebelan alguna vez las Moiras al hilar el destino? Dicho de otra manera, ¿qué nos predispone hacia una existencia habitada por lo fantástico?
Julio Cortázar decía que nuestra vida estaba regida por figuras; conexiones ocultas entre el timbre que suena, la silla que cae y el libro que se abre. Grietas donde la realidad cruje, se resquebraja, para darle una oportunidad a la excepción de las reglas. Me pregunto: ¿y si fuera nuestra mirada la frontera que atenta y expulsa lo maravilloso?
Si a Humphrey Bogart siempre le quedará París, al resto de los mortales nos quedará la lectura para recordar que lo fantástico está —o puede estar—al acecho. Lo que sigue es una selección de libros que nos invitan a desconfiar, sabiamente, de la realidad.