«El mar resume el misterio de la vida»

«El mar resume el misterio de la vida»

Autor, ilustrador, blogger, animador… y un gran lector. Todas estas cosas y más es Manuel Marsol, ganador del III Premio Internacional de Álbum Ilustrado convocado por Edelvives. Si quieres descubrirlas, no dejes de leer…

Manuel Marsol es joven: nació en 1984, cuando suspirábamos con el hit de Phil Collins Take a Look at Me Now, vibrábamos con los Cazafantasmas y bailábamos al ritmo de Footlooose. Creció en un hogar donde el amor al arte formó parte de lo cotidiano. Lectura, visitas al museo, dibujos en familia… todo puso su granito de arena para que, ya de adulto, sus recuerdos y el gusto por la ilustración vencieran a una licenciatura en comunicación audiovisual y a un trabajo como publicista. Hoy Manuel Marsol es un ilustrador con una carrera prometedora, seleccionado en la mostra de la Feria de Bologna en 2014, ganador del III Premio Álbum Ilustrado en Edelvives y del V Catálogo Iberoamericano de Ilustradores, además de ser uno de los autores del exitoso Bloger de Niro.

El álbum ganador se titula Ahab y la ballena blanca. Es un relato recreado de la novela Moby Dick de Herman Melville. “Quería hacer algo que me apeteciese dibujar y que hablase de lo que me fascinaba o me daba miedo cuando era pequeño. Y Moby Dick lo tenía casi todo: los dinosaurios (la ballena o Leviatán, que no deja de ser un animal prehistórico), los piratas, los viajes marítimos y naufragios, los misterios de las profundidades…el mar. Eso que me hacía pasar tardes enteras de verano buceando con mi hermana hasta que se nos arrugaban los dedos(…). Eso que luego dibujábamos con mi padre en un gran tablero azul con las caracolas y caballitos de mar secos que habíamos encontrado en la orilla”. Sobre el libro, el arte y la vida, conversamos con Manuel Marsol en una playa imaginada en la frontera entre de los recuerdos de su infancia y la actualidad.

 

El mar, Ahab y tú

Hola, Manuel. Eres ilustrador, formado en cine y uno de los artistas que está detrás del exitoso blog “Bloger de Niro”. Como has trabajado en publicidad nos animamos a preguntarte: ¿Qué concepto está detrás de “Manuel Marsol”?

 

Pues de manera consciente, ninguno. Pero sí tengo clara una cosa: si dejé la publicidad fue para poder hacer trabajos más personales. Ahí era imposible, y aquí a veces me paso, pues no es tan fácil encontrar salida comercial a lo que hago. Quizás por eso he tenido más suerte en los concursos que llamando a las puertas de las editoriales, porque en ellos hay más lugar para propuestas que están un poco al margen del mercado. Eso no quiere decir que haga cosas decididamente crípticas, ¡yo quiero gustarle a mucha gente!, pero sí me exijo mucho para hacer las cosas que me emocionan y en las que creo. Y en ese sentido espero ir convenciendo poco a poco a los editores.

Bloger de Niro es un caso aparte que no firmo como Manuel Marsol. Nació como una broma que acabó gustando a mucha gente, y ahí si me pongo un poco el traje de publicista en cuanto a que es una estética (alejada de la mía habitual) que está al servicio de una idea. Pero sigue siendo personal porque… ¡dibujo lo que me da la gana!

En una entrevista has comentado que te interesa, más allá de las historias, cómo se llega a ellas. ¿Cómo has “topado” con la novela Moby Dick de Herman Melville?

Es una novela que está en el imaginario de la gente sin haberla leído, porque tiene el poder de fascinación de los mitos antiguos (el mal, la obsesión, la lucha contra una especie de dios de la naturaleza, etc). Así que sentí curiosidad por conocer la historia de verdad, y no a través de películas o adaptaciones. La leí hace unos cuantos años, y curiosamente con éste álbum ilustrado he cerrado el círculo, mostrando otra interpretación alejada del clásico. Pero Moby Dick era para mí la excusa para hablar del mar y de los misterios de las profundidades. Me puse a dibujar pensando más en eso que en la historia de Melville, y apareció una ballena cuyo morro era una isla, o un iceberg sospechosamente grande y blanco, con forma de aleta. En ese punto descubrí que sería interesante y divertido ver a Ahab ciego, persiguiendo algo que tenía delante sin saberlo. Porque las obsesiones muchas veces son así, estar tan encima de la solución que no la ves. Y eso es todo lo que tiene de la novela original, el tema de la obsesión, además de Ahab y la propia ballena. Ismael y Queequeg no cabían en este álbum, aunque sí están en forma de guiños, al igual que otros pasajes de Moby Dick.

 

¿Cómo ha influido en ti la lectura en tu infancia y adolescencia?

A través de los libros te asomabas a miedos y fantasías, a los misterios de la vida que no tienen explicación. Y eso es lo que me emociona frente a las obras de arte de cualquier tipo. Los bosques, el mar, el universo… Los libros de los gnomos eran lo más parecido a pasear por el bosque, los libros de dinosaurios, que son como dragones que una vez habitaron la tierra, etc. Mis padres eran profesores de historia e historia del arte, y gracias a eso crecí interesado en historias que tenían un pie dentro de la realidad y otro en un mundo desconocido. El mito del minotauro, que habitaba un palacio-laberinto cuyas ruinas en Creta visitamos de pequeños; el viaje de Colón, hacia el abismo donde el mar acababa; el descubrimiento de las cuevas de Altamira, donde una niña entra con su padre a una cueva y descubre animales a la luz de una antorcha; la tenacidad de Schliemann, que descubre una ciudad enterrada gracias a los libros de Homero… Por eso en la adolescencia conecté tan rápido con Cortázar, Rulfo o Kafka. Porque presentaban un mundo aparentemente normal, donde había elementos de misterio inexplicables.

El mar está presente en muchos artistas. Y, parece, en ti también. El nombre de tu blog (medusas y cerebros), varias de tus ilustraciones, las formas orgánicas de tus trazos, el nacimiento del álbum Ahab y la ballena blanca… ¿Qué hay del mar en ti?

Supongo que resume bien el misterio de la vida, algo que tenemos al alcance, que lo vemos y lo admiramos, pero que encierra cosas que nunca vamos a comprender y que nos asustan. Contiene lo más bello y lo más terrorífico, genera fascinación y miedo. En la superficie puede resultar apacible ¿pero qué batalla se estará librando ahí abajo? Si pienso en mi infancia, el mar era como una puerta a lo desconocido. Con la cabeza fuera del agua, ahí estaba la realidad: las sombrillas, las toallas, el periódico. Pero una vez te sumergías, un mundo oscuro aparecía de repente, y pensaba ¿qué diferencia hay entre una medusa y un extraterrestre?

¿Qué cosas te hacen naufragar?

Creo que lo mismo que a Ahab: confundir el objetivo. No se trata de la ballena sino del viaje.

¿Tienes, al igual que Ahab, una ballena blanca?

Sin ir más lejos, el propio proceso creativo. Dar muchas vueltas para encontrar una solución, cuando a veces basta con alejarse para que todo encaje. De cerca, la ballena le parece niebla a Ahab.

Ilustración, arte y oficio

Has estudiado publicidad y cine. ¿Qué te ha aportado cada uno de estos medios en tu hacer como ilustrador?

En publicidad gané mucha capacidad de aguante, las diferencias creativas con un editor son un placer si las comparas con las que surgen con un cliente de publicidad. Como director de arte en publicidad aprendí aspectos de diseño y composición, a base de hacer 30 versiones diferentes de un mismo cartel y ese tipo de cosas. Estar obligado a sacar un anuncio de un día para otro también es un buen entrenamiento. Y el cine es algo que siempre está ahí. Veo mucho, sigo con ideas para cortos que haré tarde o temprano, y mato el gusanillo haciendo animaciones. Se trata de contar historias, aunque varíen los objetivos y la forma.

Los ilustradores deben nutrirse, en tus palabras, de cultura; especialmente visual. Imagina, por unos instantes, que tienes que preparar una dieta saludable para ellos. ¿Qué obras de estas manifestaciones artísticas no podrían faltar?

Música: ¡Me resulta imposible hacer una lista así!, pero sí puedo citar algunas canciones que cuentan historias, con misterio y con gran poder evocador. Canciones que yo relaciono con mi manera de entender la emoción en el arte. Mercromina tiene muchas: Vals de Ballenas, Vacaciones, El Buzo o La Gran Aventura. Su disco Canciones de andar por casa, en cuya portada (obra del gran Joaquín Reyes) un hombre camina tranquilo hacia el interior de una ballena, forma parte de la colección de objetos de Ahab en Ahab y la Ballena Blanca. Por seguir con grupos españoles: Pacífico de La Buena Vida, El Salitre de Nacho Vegas (donde habla del Gran Pez, de Jonás y Ahab), San Juan de la Cruz de Los Planetas, El fabricante de alas de mariposa de El Niño Gusano o Portugal de Family.

Literatura: Todos los valientes que han intentado escribir sobre lo inexplicable: Juan Rulfo, Ernesto Sábato, Roberto Bolaño, Julio Cortázar, Augusto Monterroso, William Faulkner, Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Yukio Mishima, Herman Melville… Obras: La Invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, La Montaña Mágica de Thomas Mann, Solaris de Stanislaw Lem, El arrancacorazones de Boris Vian…

Cine: Vuelvo a lo mismo de antes, muchas de las pelis que más me gustan suelen tener un componente mágico o misterioso dentro de mundos aparentemente reales, con sus propias reglas. Son películas donde la atmósfera y los paisajes son parte imprescindible de la historia, como pasa en Ahab y la Ballena Blanca: 2001:Odisea del Espacio de Kubrick (el universo y las preguntas), Fanny y Alexander de Bergman (la infancia, con sus miedos y fantasías), Ordet de Dreyer (el misterio de la vida, el viento en los campos y la ropa), Stalker de Tarkovsky, Harakiri de Kobayashi, Encuentros en el fin del mundo de Herzog (la escena de los pingüinos…), Vacas y Tierra de Medem, Fargo de los Coen, Encuentros en la Tercera Fase de Spielberg, La Princesa Mononoke de Miyazaki, Centauros del desierto de Ford, Érase una vez en Anatolia de Nuri Bilge Ceylan, El árbol de la Vida de Malick,  El verano de Kikujiro de Kitano, Blue Velvet de Lynch, París-Texas de Wenders…

 

En la entrevista que ofreciste en Canal lector has recogido una cita de Stanley Kubrick. En ella, el cineasta afirmaba que, si quería seguir haciendo cine, debía apropiarse de una historia que no fuera escrita por él, dado que solo así podría tomar distancia y tomar nota tanto de los fallos como de las virtudes de la obra. ¿Crees que este principio debe aplicarse a los ilustradores?

Bueno, es algo que a Kubrick le sirvió muy bien como recurso para coger distancia con las historias. Pero él firmaba los guiones, es decir, las reescribía, generalmente partiendo de novelas, y las hacía suyas (que le pregunten sino a Stephen King y lo que quedó de “su” Resplandor), mejorándolas según su criterio. Probablemente por su manera obsesiva de concebir la creación, encontró que ese era un sistema adecuado para él, que le permitía sorprenderse ante una historia. Los ilustradores, y cualquiera que se dedique a la creación, deben buscar sus propias fórmulas para tomar distancia respecto a lo que están haciendo y poder ver tanto los fallos como las cosas buenas. Así que podemos hacer como Kubrick, pero también podemos dejar en barbecho el trabajo (si tenemos tiempo) para verlo de otra manera o buscar amigos o editores que no tengan tapujos en decir lo que piensan y no lo que queremos escuchar. Lo que está claro es que subirlo a una red social donde no existe la opción de decir “no me gusta” no es la mejor opción. Eso sirve para darte a conocer, pero no para crecer.

La mirada artística es otra de las cosas que has resaltado, en diversos lugares, como importante para el oficio. Dicha mirada ¿nace con el ser humano y se pierde cuando crecemos o es algo que hay que educar desde la primera infancia?

No tengo ni idea. Pero está claro que ayuda tener unos padres que, más que hablarte de Picasso y Lawrence de Arabia, se ponen a verlo contigo entusiasmados.

¿Qué le recomendarías, a las familias y docentes, para enseñarle a los niños y niñas a mirar desde lo cotidiano?

Cuando crecemos, en parte por el sistema educativo, por la presión social, por los miedos, y un largo etcétera; no se le da el valor necesario a las inquietudes artísticas. Se respetan y admiran, pero siempre como un plan “b”, como algo accesorio a lo que será la carrera “seria”. En mi colegio, salvo algunas excepciones, la mayoría de profesores consideraban que si sacabas buenas notas y no hacías ciencias, estabas tirando tu futuro. A mí por eso me costó mucho cambiarme a letras en segundo de bachillerato. Y luego ha llegado ese futuro donde muchos que estudiaron ciencias ni se han forrado ni están contentos con lo que hacen. Como la fórmula de “estudio ingeniería y gano una pasta” ya no funciona como antes, diría que ya es hora de fomentar lo que llevamos dentro, porque eso es lo que mejor vamos a saber hacer. Por eso, si un niño o adolescente está todo el día cantando y tocando la guitarra, lo que hay que hacer es darle a la música la misma o más importancia que a las matemáticas. Yo nunca pensé que sería algo “serio” dedicarme a dibujar. Estudié publicidad y comunicación porque me parecía algo a medio camino. Digamos que di un rodeo de un año de ciencias en el cole, cinco de carrera y tres de trabajo de creativo publicitario para centrarme en lo que de verdad me salía de dentro.

Como decía antes, esa mirada desde lo cotidiano se fomenta con padres o educadores que les gusta lo que transmiten, y sobre todo, que tienen la voluntad para fascinar a los niños. No se trata de ir al museo porque hay que ir, o de visitar el acueducto porque es muy antiguo, sino de buscar la fantasía o la magia que hay en esas experiencias. No entiendo el exceso de realidad en los padres o profesores, esos que si el niño pregunta por el dragón del castillo le contestan que los dragones no existen. Y para eso no hace falta ser profesor de arte. La Vera Cruz en Segovia era algo más que una iglesia medieval para mi hermana y para mí, era el lugar donde un día levitaron los Caballeros Templarios, donde los cuervos no se acercaban por una antigua maldición.

¡Muchas gracias, Manuel!

Entrevista publicada en la web de Edelvives

Fecha: 11/11/14

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