Me encantan los jardines, porque entre ellos y la vida hay un secreto cómplice. Allí, entre arbustos y plantas, la gente descubre, confía secretos, rompe prohibiciones… o, como en este álbum, el protagonista da materialidad a sus recuerdos. Porque su vida es la memoria de la familia, pero, sobre todo, los relatos que la hacen única. Una historia de historias que se siembran en tierra fértil y que los vínculos entre generaciones ayudan a crecer y dar forma.
Reconozco que siento debilidad por los libros que muestran el lado ingobernable del ser humano. El resabio tribal, salvaje. En Loba, una mujer que vive sola en el bosque no puede evitar encender su cabellera cuando sus sentimientos son intensos, hasta que encuentra a un Hombre Lobo, al que nunca nadie había tocado. Pero la ilustración nos cuenta algo más, ¿o nos engaña? ¿Metáfora, juego o sugerencia? El fuego siempre está presente: en el color del paisaje, en los cabellos de la protagonista, en el amor de aquellos incomprensibles que desmoronan la soledad hasta desgajarla. Y encenderla.
A veces el paseo de un día es capaz de resumir la compañía de toda una vida. Con suaves bocetos en la edad adulta y el color en la juventud, Jutta Bauer nos hace testigos de la amistad más profunda. El color, el recuerdo, tienen más peso en la página porque las andanzas, aún vivas y jóvenes, han construido el camino común. Los dibujos a línea enseñan a las protagonistas en el presente, pero también —y aquí está los emocionante— como el pasado se resignifica. Podemos ver las cicatrices amables del tiempo, que, a pesar de cambiar las circunstancias, mantienen el espíritu inalterable.
«Y no teníamos nada de miedo, pese a que una aventura nos esperaba a la vueta de cada esquina.Porque el que tiene miedo a la aventura, mejor que se quede en casa».
«Y, de vez en cuando, una gota resbalaba a través de las hojas y la atrapábamos con la lengua. Y la una sabía a menta y la otra a piedra fría. Una era dulce como la limonada y otra salada como las lágrimas».
Si abres estas páginas, descubrirás que la protagonista tiene esa fuerza más propia de los que tienen el tiempo por estrenar que de los que ya lo han estrenado. La alegría de reafirmarse para saber quién es o quién, en todo caso, desea ser. Un diálogo casi cotidiano, cuya complicidad aumenta por las ilustraciones de Suzy Lee, donde las líneas de ternura, conocimiento y dinamismo, ocurren a la misma velocidad con la que acaba la infancia.
Si te acercas a este libro, oyes su melodía. Las imágenes componen la música que nace, libre, a través de sus páginas. Un álbum sin palabras donde el ritmo y el tono lo ponen las ilustraciones para hacernos oír el paisaje sonoro que todos llevamos dentro.
Esther Pérez Cuadrado| Cuando habla la piel y Me encanta Mi vecina (un libro muy divertido)
Autoedición| 2019
Cuando habla la piel no es un álbum, es un libro autoeditado o, mejor dicho, un tatuaje. Esther, su autora, lo vende con el mismo cariño y nostalgia que escribió e ilustró este mapa de cuerpos femeninos. Cuerpos desnudos a línea suelta que hablan del deseo, de las heridas gestadas en el silencio, de las huellas de los días. Hay amigas que, al leerlas, sencillamente te emocionan.