Un gorilón sin prejuicios
El miedo se apodera del lector desde la cubierta. Teme abrir el libro, porque el terrible gorila ilustrado por Tony Ross está al acecho. Sus inmensos colmillos ponen en alerta a la disuasión, pero la curiosidad y las buenas críticas son más fuertes. El libro gana la batalla: será leído.
Pero la trama presagia lo peor y, desde el inicio, pone otra vez en guardia al pequeño lector: en la selva, una ratona ha perdido a su bebé. Comienza a buscarlo con desesperación, cuando se da cuenta que un “enorme, espantoso, peludo y horroroso gorila” está a sus espaldas. “¡Detente!”, grita el inmenso animal cuando la ve correr, pero ella solo piensa en escapar.
A partir de entonces, esta fórmula se repetirá una y otra vez a lo largo de las páginas. La ratona recorrerá el mundo y el lector será testigo de una historia donde nada es lo que parece. Un final cálido arropará a todos los prejuicios y los dormirá, al menos, hasta el siguiente cuento.
Las cálidas ilustraciones de Tony Ross destilan humor y simpatía a través de personajes con gestos más humanos que animales. Los colores, los trazos sueltos y casi despreocupados crean una atmósfera de cercanía con el relato y, al mismo tiempo, nos hacen sentir la preocupación de la propia ratoncita. En la veloz carrera emprendida junto a la protagonista, los marcos blancos de algunas páginas nos permiten tomar distancia con la escena, a veces para descansar y otras para crear un suspense digno del cine. Todos estos elementos conforman un juego visual que une la ternura y la tensión, pero que inspira la confianza suficiente que trae la sospecha de un final feliz.
La narración es clara y ordenada, y muy amiga de la lectura en voz alta. Esto hace que sea fácil de seguir y de prever por los oyentes, que la escucharán con gusto mientras se deleitan con las imágenes. La estructura de su relato infunde valor para animarse con una sutil interpretación e, incluso, con la improvisación.
Un apunte especial para las maestras de pedagogía terapéutica y de audición y lenguaje. Además de las características anteriores, las preguntas entre los diversos personajes y la protagonista se repiten a modo de estribillo, lo que brinda un ritmo sonoro al álbum. Este ritmo sonoro adquiere un matiz muy singular por el divertido acento que marca el fonema “ch”. Se forma, por lo tanto, una «fonética del humor» que es imposible no asociar con un trabalenguas, protagonizado por “machacará” “despachurrará” “molerá” “destripará” y “zampará”.
Tensión, ritmo, narración y juego. Lectura, disfrute, escucha e interpretación. Como subir o bajar una escalera, en ese orden o en otro, un gorilón espera entre las páginas para ofrecer, a quien se acerque, dar la vuelta al mundo en un libro. Sólo hace falta una intrépida voz que lo anime y ponga en marcha la historia.
Jeanne Willis – Tony Ross
Ediciones Ekaré