¡Carta para María!

¡Carta para María!

Todo comenzó con un buzón, una carta y un horrible monstruo verde

En primer curso hay un buzón. Uno de verdad verdadera: en metal verde, con llave. Allí los niños y niñas se dejan cartas que son leídas cada lunes en la asamblea. Algunas exponen problemas, otras felicitan. El profesor toma nota de todo: de lo que se habla y de los compromisos asumidos para resolver los conflictos planteados. En este buzón verde, tan verde como un lagarto, una manzana y el poema de García Lorca, un día se coló un paquete extraño. Era de la Bruja Catalina*.

La destinataria se llamaba María, una niña muy callada y silenciosa, tímida y de voz casi inaudible. Pese a estar en el tercer trimestre, apenas leía. Cualquier palabra suponía para ella un esfuerzo indescriptible. La Bruja, entonces, le dejó una versión en fieltro de Horrible monstruo verde, un libro que le gustaba mucho. El objetivo era que pudiera armar y desarmar al monstruo todas las veces que quisiera, mientras le contaba el cuento en voz alta a sus compañeros, y en voz baja para sí misma. Ése día, a los demás, la Bruja les dejó material para crear sus propias máscaras-monstruos.

El papá de María estaba muy enfermo. Lo suficiente para temer y ser valiente a la vez; para centrar el empeño en leer otras cosas muy diferentes a las letras. Por eso María no leía textos escritos. Y por eso, la Bruja Catalina, pensó una ayudasorpresa, no le vendría mal. Desde entonces, cada semana y por pura justicia, en ese buzón tan verde como un lagarto, una manzana y el poema de García Lorca, hay una carta especial esperando ser abierta por una personita de primer curso. Un sobre en el que una Bruja un poco atareada pide ayuda para resolver misiones singulares, relacionadas con la lectura. Sólo pide una cosa a cambio: cumplida la misión, el resultado debe ser compartido con el resto de la clase.

Cuando las cartas se abren, por el aula se cuela una brisa fresca que acaricia la voz propia y despeina las certezas. Quien sepa mirar, notará que en ese buzón de primero todo cabe: los extravagantes disfraces de la creatividad y la imaginación, el orgullo de presentar algo propio, preguntas atrevidas y respuestas fugaces, ideas feroces de voz inocente y un buen rato en familia (si ayudan con las misiones).

Hasta el momento, todos los niños y niñas han cumplido con las propuestas.
Ah, y María, comienza a leer.

Notas

*La historia de Bruja Catalina es muy antigua. Se trata de una invención de Ramón Carrillo, que lo acompaña desde que empezó a ejercer como maestro. Cada vez que un amigo o amiga le hacía llegar un libro para leer en clase decía que se lo había prestado la Bruja o que pertenecía a su biblioteca. Este proyecto extiende su universo de ficción.

Descarga

**Si te apetece conocer a fondo cómo y en qué consistió este proyecto en el aula, te invito a leer “La Bruja Catalina como estrategia de promoción de la lectura”.

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